El liderazgo del Presidente.

El Presidente Ollanta Humala hace denodados esfuerzos para consolidar la economía del país. Sin embargo, ésta muestra señales inequívocos de que ha entrado en un peligroso estancamiento. Los números lo confirman. Hay una fuerte caída de las exportaciones, sobretodo en el sector primario; los niveles de inversión público y privado han disminuido; la inflación es mayor a lo pronosticado; la paridad cambiaría es inconveniente, etc.
Respecto a las exportaciones, la desaceleración de la economía china augura un futuro incierto para nuestro país,  por cuanto la locomotora del desarrollo peruano está anclado, como muchos países, a las politicas macroeconómicas del gigante asiático.
La Unión Europea, por su parte, hace grandes esfuerzos para salir de la recesion económica en la que se encuentra, y evitar que países con un fuerte endeudamiento como Grecia, Portugal y España salgan de la zona del euro.
La disminución de la tasa de interés que el gobierno norteamericano ha dado, a través de la Reserva Federal, buscaría inyectarle un fuerte capital foráneo a su golpeada economía, en detrimento de economías emergentes como la nuestra lo cual haría subir el tipo de cambio con consecuentes efectos inflacionarios.
En este desalentador contexto internacional, el Perú y su gobierno procuran apuntalar la economía con reformas que en el corto y mediano plazo podrían dar buenos resultados lo cual lograría, por ejemplo, reducir el déficit en la balanza de pagos, disminuir la tasa de inflación, adecuados niveles de empleo, mayor índice de inversión, etc. Es decir, más bienestar para la población.
 Esto es muy saludable y requiere urgentemente que el presidente recobre el liderazgo y mantenga un diálogo permanente con los sectores involucrados en sacar al país adelante, y aplicar políticas adecuadas que nos devuelva a la senda del desarrollo.

Mi viaje a Marcahuasi

El smartphone

Compré un celular smartphone en Ripley. Lenovo es la marca. La escogí porque pensé que seria tan buena como la laptop de mi papá. Y así fue. Resultó excelente. Es impresionante la enorme tecnología de estos aparatos. Son verdaderas minicomputadoras. Con sólo tocar o deslizar te introduces en un mundo fascinante. Desde escuchar música, ver vídeos, explorar en el ciberespacio o llamar en múltiples maneras, la vida se te hace más fácil y placentera. Y no sólo eso. Hay información por doquier en variadas plataformas tecnológicas a tu medida y, por eso, ya no hay excusa para no estar informado. La era de la información ha llegado para quedarse.

La conejita Liz

Llegó a casa traída por Carlos y Alejandra, dos de mis tres hijos. Parecía un peluche, blanco como el algodón. Mi sorpresa fue grande. No estaba permitido traer animales a casa sin permiso previo. Sin embargo, al verla caminar y juguetear y ser la delicia de mis hijos, la conejita  quedó definitivamente como mascota de la familia. El olor a alfalfa fresca acompañaba siempre a la escurridiza saltarina . Tuvimos que acondicionar un lugar para ella  en la azotea. La sala le era prohibida por razones obvias. Ella parecía feliz en el amplio espacio que tenía, aunque debíamos tener mucho cuidado con los gatos que merodeaban la zona. Por las noches la bajábamos dentro de una caja y dormía al lado de la escalera. Tenía los ojos vivaces, como todos los  conejos. Se acostumbró a las personas. Olisqueaba todo cuanto podía. A sus dos meses de edad era una conejita muy bien cuidada. Mirándola uno reconocería el misterio que envuelve a todos los seres y  la obra maravillosa del  Hacedor del Universo.

El "llantero"

Dejé mi auto para que le revisen los frenos. Atravesé la calle y crucé unas palabras con el "llantero": "Cómo te va. Me enteré que últimamente te dicen pescado frustrado", le dije. "Por qué", preguntó. "Porque quisiste ser bonito y resultaste cabrilla", contesté. El tipo de mirada vivaz y acento serrano soltó una carcajada contagiándonos el ambiente con su acostumbrado humor puebleril. No esperaba esta repentina tomadura de pelo y es que en las múltiples ocasiones que me topaba con él, me recibía con adjetivos que ponían a prueba mi tolerancia. Nos teníamos confianza y no fueron pocas las veces que necesité de sus servicios para que me parchara alguna que otra llanta.

Mis gatos

Tengo dos gatos. Vinieron a mi casa sin haberlos llamado. Tienen dos meses y son vivaces y juguetones como la mayoría de los gatos. Aún no les he puesto nombres. Cada día ponen a prueba mi paciencia: se suben a la mesa, amanecen a los pies de la cama, rebuscan dentro del tacho de la basura, desordenan casi todo, es decir, son unos pillos incurables. Sé que debo disciplinarlos. Desde hoy tienen un lugar para comer, otro para jugar y otro para dormir y no debo consentir sus lastimeros maullidos que no hacen mas que conseguir algo más de lo que ya bastante se les dio. Pero a la hora que regreso a casa, me reciben con un cálido ronroneo y entonces las normas quedan suspendidas, al menos por un momento. Los acaricio, los mimo y compartimos una vez mas sentimientos entrañables de felicidad.

En mi dormitorio

Sentado frente a la computadora, el sueño me gana. Deseo seguir tecleando y continuar viajando en el ciberespacio, pero recuerdo que debo levantarme muy temprano y decido dar fin de una buena vez a este especie de vicio informático . El deseo de investigar y conocer puede mas. Un ratito nomás. Pero vuelve la modorra y el cansancio. Los párpados caen lentamente vencidos. Un momento de sobresalto y continúo en el hiperespacio. Ahora sí. Apago la computadora y me echo a dormir. Hasta mañana.